Elon Musk es uno de los empresarios más exitosos del mundo. Pero también un emprendedor serial, de esos que desde muy jóvenes saben hacia donde deben apuntar sus cañones y en qué poner las energías. Es el creador de PayPal, el sistema de pagos on line más importante del mundo y uno de los fundadores de Tesla Motors, la única automotriz que fabrica autos deportivos eléctricos y que encontró un nicho de mercado cada vez más grande.
Musk, nacido en Pretoria, Sudáfrica hace 42 años, es un amante de los autos, aunque no haga falta aclararlo. Y su garage en su casa de Los Ángeles ahora tiene un nuevo “juguete”, una de esas piezas únicas con las que muchos de nosotros crecimos y que quisimos tener, aunque más no sea en miniatura: el Lotus Esprit de James Bond.
Quien haya visto la película “La espía que me amó” (“The Spy Who Loved Me”) de 1977, que tuvo a Roger Moore en el papel del agente secreto 007, recordará su particular auto blanco de líneas rectas, perfil aerodinámico que tenía la particularidad de poder sumergirse y transformarse en el submarino más deportivo de la historia.
Ahora, esa unidad, que salió a subasta el mes pasado a través de la casa RM Auctions, es parte del patrimonio de Elon Musk a cambio de 616.000 libras (unos u$s 866.000).
Un auto “de película”
El auto diseñado por el italiano Giorgetto Giugiaro y presentado en el Salón de París de 1975 cautivó no sólo a la industria automotriz sino también a la del cine. Cuenta la historia que el responsable de Relaciones Públicas de Lotus, Don McLauchlan, dejó adrede un Esprit estacionado en la puerta de los estudios Pinewood, en las afueras de Londres, al enterarse de la inminente filmación de “La espía que me amó”.
McLauchlan quería ganarle la pulseada a otras marcas y sacar rédito del nuevo film de la saga Bond, algo que sabía redundaría en mejores ventas. El productor cinematográfico Albert Broccoli cayó rendido ante la silueta del Esprit y el acuerdo se realizó enseguida: Lotus proveyó dos unidades para la película más otros siete carrocerías de fibra de vidrio que fueron acondicionados para las diferentes tomas; cada uno de estos “bodys” tuvieron un rol específico en la película, uno fue cortado al medio, otros fueron regalados y otros están en mal estado o en propiedad de museos, quedando sólo e íntegra la unidad que compró Musk.
Pero este vehículo sufrió una restauración luego de haber estado guardado en mal estado, tras haber sido comprado por particulares en una subasta “a ciegas”. El vehículo, bautizado “Wet Nellie” tiene una preparación especial que fue obra de Perry Oceanographics, un estudio de ingeniería naval especializado en fabricar todo tipo de vehículos sumergibles.
Costó u$s 100.000 (unos u$s 500.000 actuales) y se impulsa gracias a cuatro hélices movidas por motores eléctricos que toman la energía de baterías alojadas en un compartimiento estanco; las aletas articuladas, en tanto, se ajustan con palancas mecánicas que son operadas por el conductor.
Bajo el agua, el Lotus Esprit tiene un radio de giro de alrededor de 6 metros, y su inmersión y la performance de ascenso está regulado por los tanques de lastre. Su interior fue modificado para que toda esta maquinaria quepa y le deje lugar al conductor, que debe operarlo con un equipo de buzo (tanque de oxígeno incluido).
¿Logrará Elon Musk hacerlo funcionar nuevamente con los motores de sus Tesla? Es sólo cuestión de tiempo. Cabe recordar que el Tesla roadster, primer deportivo de su marca, contaba con el apoyo de Lotus Cars, que fue quien suministró la base tecnológica desarrollada para el modelo Elise.
Elon Musk junto a una de sus creaciones, el Tesla S.
